El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos entre las potencias que se resolvían a través de acuerdos diplomáticos. Sin embargo, las reglas de juego de la diplomacia internacional fueron variando poco a poco. Los enfrentamientos ya no sólo podían presentarse en Europa sino también en África, China o el Medio Oriente. Además, había nuevos competidores y eran muy agresivos. Estados Unidos y Japón. Alemania aparecía pujante y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial. Sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el dominio que los ingleses habían establecido en esas zonas. las posiciones irreconciliables entre Alemania e Inglaterra fueron las que generaron un sistema de alianzas permanentes que puso en peligro la paz mundial. Por un lado, se formó la Triple Alianza, que en realidad fue sólo una alianza entre Alemania y Austria-Hungría, pues Italia, el tercer integrante, no tardó en apartarse. Por otro, Francia, el Imperio ruso y Gran Bretaña se unieron en la Triple Entente.
Situación de los países Europeos:
Rusia estaba amenazada por una revolución social, el Imperio austro-húngaro se desgarraba en luchas entre nacionalidades que ya no podían ser controladas por el gobierno; en el Estado alemán los enfrentamientos políticos paralizaban la política exterior. Los gobiernos parlamentarios, como los de Gran Bretaña y Francia, debían hacer frente a los reclamos de los trabajadores y los sectores medios que demandaban mayores derechos políticos y mejores condiciones de vida.
Muchos gobiernos trataron de resolver estas crisis sociales y políticas fomentando un sentimiento patriótico. La escuela y el servicio militar obligatorio les sirvieron para estimular los sentimientos nacionalistas. La prensa también jugó un papel importante en todo este proceso exagerando las cualidades de la nación y ridiculizando o disminuyendo las de los pueblos extranjeros.
Pero había otro nacionalismo, el de los pueblos dominados por naciones extranjeras y que luchaban por su autonomía. Tal el caso de los Balcanes, considerado el polvorín de Europa. En ella chocaban distintos intereses. Los serbios querían construir un Estado yugoslavo que reuniera a todos los eslavos de la región. Para ello, debían apropiarse de territorios que estaban en poder de los imperios austro-húngaro y turco. El imperio ruso, alejado del Extremo Oriente tras su derrota ante los japoneses en 1901. 1905, estaba interesado en extender sus dominios hasta el Mediterráneo. Para lograrlo, prometió su ayuda a los serbios. A mismo tiempo, Alemania, Francia e Inglaterra deseaban apropiarse del territorio que en la zona ocupaba el imperio turco para dominar un punto estratégico: el estrecho de los Dardanelos, puerta esencial para la comunicación entre el Mediterráneo y Asia central.
En los Balcanes confluían todos los odios, las rivalidades y las insatisfacciones que se habían ido acumulando durante las últimas décadas. Era por lo tanto previsible que una crisis en la región pudiera provocar el estallido de una guerra generalizada. El acontecimiento fatal tuvo lugar en Sarajevo, el 28 de junio de 1914.
Francisco Femando, heredero del trono de Austria-Hungría, y su esposa fueron asesinados por un estudiante nacionalista serbio. Austria-Hungría quiso aprovechar el atentado para aniquilar a Serbia y le declaró la guerra. Rusia respondió movilizando sus tropas en defensa de los serbios. Inmediatamente el sistema le alianzas —la Triple Entente y la Triple Alianza— se puso en funcionamiento. El 5 de agosto de 1914 comenzaba la Primera Guerra Mundial.
Pero como es natural, las causas de la guerra eran más profundas, consistían fundamentalmente en 3 antagonismos:
1.- Entre Alemania y Francia, en forma de una enemistad reactivada por la derrota francesa de 1871, y la pérdida de Alsacia-Lorena.
2.- Entre Alemania e Inglaterra, competencia en el terreno de la industria de la política colonial y del rearme maruno.
3.- Entre Austria-Hungría y Rusia, por el dominio de los Balcanes.
Una vez declarada la guerra, una oleada de patriotismo se extendió por todos los países involucrados. Muchos no volvieron, Y los que regresaron, después de cuatro largos años de penurias, enfermedades y muerte, quedaron para siempre marcados por los recuerdos de una experiencia terrible. la guerra que entonces empezaba significó la muerte de la vieja Europa, el final de los viejos tiempos el desmoronamiento definitivo de una concepción del mundo. Enseguida la guerra resuló ser muy distinta de lo que esperaban. En primer lugar, por su magnitud eclipsó todos los conflictos anteriores y se prolongó más de cuatro años. No se trataba de una duración extraordinaria pues con anterioridad las había habido más prolongadas, pero éstas no fueron de combates continuos.
millones de hombres se enfrentaron mes tras mes, año tras año, separados por unos pocos cientos de metros de terreno, intentando someter a sus enemigos. Desde el principio la guerra naval fue encarnizada y constante y empeoró a medida que cada bando intentaba privar al otro de alimentos y suministros. Hasta el cielo se convirtió en un campo de batalla. No fue la primera vez que se emplearon aviones militares para la guerra, eso había ocurrido en 1911, cuando los italianos atacaron el imperio turco en el norte de África.
Los ferrocarriles del siglo XIX habían demostrado que era posible concentrar con rapidez y abastecer a ejércitos más numerosos. Ya existía el motor de gasolina y en 1918 los camiones eran tan importantes como los caballos para los ejércitos desplegados. Esos mismos motores impulsaron las nuevas armas aéreas, sin ninguna duda las armas se perfeccionaron, de forma aterradora. Surgieron nuevos horrores como el gas tóxico y los lanzallamas.
Retornado a la imagen global de la guerra, durante esos cuatro años murieron en el mundo casi 5.000 hombres por día. La mayoría de las víctimas se debieron a la acción directa del enemigo, lo que constituía una novedad. Aunque parezca extraño, en todas las guerras anteriores el peor enemigo no fue el otro bando, sino las enfermedades.
Finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que participaron 32 naciones. Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o potencias asociadas y entre las que se encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, A ustria-Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria.
Alemania decidió bloquear Gran Bretaña con submarinos en lugar de con barcos. Sin aviso previo, los submarinos alemanes se dedicaron a hundir todo barco que se dirigiera a un puerto británico, ya fuera neutral o beligerante, estuviese desarmado o armado, transportara o no material bélico. Esta acción decidió que los neutrales EE.UU. entrasen en guerra y cuando en los aliados le ganaron la batalla a los submarinos gracias a nuevos artilugios técnicos y al envío de convoyes de barcos, su victoria parecía incontrovertible. A finales del verano los ejércitos alemanes y sus aliados emprendieron la retirada de todas partes (salvo de Rusia). En octubre el gobierno alemán solicitó el armisticio la suspensión de las hostilidades—, que le fue concedido en condiciones muy severas y a las once en punto de la mañana del 11 de noviembre de 1918 guardaron por fin silencio las armas del frente occidental. Así concluyó la peor guerra de la historia.
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